25 de enero de 2007

Brasil, Una Perspectiva Hacia la Globalización Más Social


La idea de globalización como mecanismo para crear una riqueza y prosperidad sin precedentes ha calado muy hondo en las miras de miles de personas que han estado sumidos en la pobreza desde hace siglos. De igual forma, como bien señala Joseph Stiglitz en “THE OVERSEELLING OF GLOBALIZATION”, ha creado expectativas frente a este fenómeno, que han sobrepasado la realidad del mismo. La globalización planteada sólo como estrategia de integración y liberalización de mercados deja mucho por hacer y enormes vacíos sociales en los que es necesario trabajar. La interacción constante entre personas, grandes vías de comunicación y desarrollos tecnológicos permiten hablar de un mundo interconectado en el cual es posible una participación más equitativa. Claro está que estas ideas necesitan un apoyo mayor del que han tenido, a diferencia del que se les ha dado a aquellas provenientes del FMI, BM, OMC y el mismo Washington Consensus.
Ahora bien, al igual que la mayoría de países en América Latina, Brasil ha optado en un primer momento por estrategias de tipo neoliberal, dirigidas desde los organismos citados anteriormente. Desde este punto de vista, Brasil no se diferencia en mucho de países como Chile, Colombia, Argentina o Venezuela. Mas si es muy interesante observar como un país de magnitudes enormes, tanto geográfica como demográficamente, se ha visto en la necesidad de buscar alternativas hacia la globalización que le permitan un desarrollo más equitativo en el interior de su propio territorio.
La República Federal de Brasil tiene una superficie de 8.514.877 km2 (17 veces el tamaño de un país como España). Asimismo, tiene una población de 186.405.000 habitantes, es decir, es el 5º país más poblado del mundo. Cuenta con un PIB de US$ 1.903.500 y un PIB per cápita de US$ 10.231, en comparación con un PIB como el de España de US$ 1.123.700 y un PIB per cápita de US$ 27.542. Esto refleja de manera latente una gran desigualdad, pero algo aún más acusante es la distribución inequitativa del propio país, los datos del PIB no señalan la realidad social brasileña, ya que el 40% de la población más pobre de éste tiene unos ingresos salariales entre ½ y 1 salarios mínimo, mientras que el 10% de la población más rica tiene unos ingresos salariares superiores al 13 salarios mínimos. De igual forma señalar que más o menos 70 millones de personas viven en la pobreza, esto plantea grandes retos y una transformación social y económica de carácter urgente. (Cuadros)

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ECONOMÍA DE BRASIL
La CEPAL, que nace después de la II Guerra Mundial, estudia las consecuencias negativas de la crisis de los años 30 que todavía sufrían los países latinoamericanos. En estos años, cala un pensamiento que señalaba las diferencias entre el centro y la periferia, como el resultado de una industrialización tardía que les sitúa en la economía mundo como meros receptores de productos manufacturados. “En ese contexto surge la CEPAL proponiendo modelos de desarrollo a través de la industrialización (…) En los primeros años no se preocupaba de ninguna acción directamente orientada hacia el I+D o el desarrollo Social”[1], desviando de igual forma los recursos de la agricultura hacia la industria, además de la creación de barreras arancelarias, que pretendían sustituir las importaciones. “Brasil es el país en donde el modelo de sustitución de importaciones alcanzó su nivel más elevado. De hecho a través de una amplia red de mecanismos institucionales (…), entre 1945 a 1980, el PIB brasileño creció un 1.132%, lo que equivale a un promedio anual de alrededor de 7.44%. El crecimiento, sin embargo, aún creando un tejido industrial prácticamente completo, no se tradujo en más desarrollo.”[2]
Todo esto se traduce en movimientos migratorios masivos desde las zonas más rurales hacia las urbanas. Además, esto contribuyó de manera decisiva a la conformación de un número muy amplio de trabajadores asalariados con sueldos bastante bajos y una mano de obra más o menos cualificada con sueldos bastantes altos, perfilando ya desigualdades laborales. Esta dicotomía provocó una gran división en la sociedad. Generando una concentración extremadamente elevada de riqueza en ciertas capas sociales.


Claro está que, por la concentración de capitales, la demanda interna no se expandía proporcionalmente, era un modelo de sustitución, pero hacia un mercado limitado, que no buscaba la calidad y la tecnología, es decir, todo un enclave industrial bastante completo mas con una baja capacidad para competir internacionalmente. Debido a este proceso de industrialización, se crean incontables tensiones inflacionistas, con una dinámica cada vez más vigorosa, impidiendo así obtener la estabilidad necesaria para el crecimiento y desarrollo económico. El Plan Real, que surgió a finales de los 80 y principios de los 90, pretendía una liberalización de la economía, asociada a una fuerte apreciación del tipo de cambio, es decir, que con la entrada de la competencia externa, las disputas de las rentas en el mercado interno, se vieron subyugadas. Por lo tanto, la liberalización tomó como base la estrangulación de una pequeña clase media y unas reducciones salariales de hasta un 30% del valor real. Los altos costes socio-económicos aun hoy son palpables, a lo que se añade una corrupción de los recursos públicos, las asociaciones de carácter religioso y un aumento significativo de la violencia y la criminalidad. Las recetas impuestas desde FMI y BM, entre otros, señalaban la necesidad de financiamiento del déficit público, creado por la supuesta inversión social del Estado, pero lo que señalan los datos es un desplazamiento de los gastos públicos sobre las inversiones del sector público. La política de sostenibilidad financiera, de estabilización monetaria, sumió al gobierno en la necesidad de expandir el peso de las contribuciones sociales, a la vez que creaba formas institucionales para manejar estos ingresos y lograr un ajuste macroeconómico, colocando un techo al gasto social y posibilitando un efecto desplazamiento de los gastos financieros sobre el gasto social. Además de esto, las diferencias estructurales y geográficas en Brasil potencian desarrollos muy desiguales, no sólo entre las personas, sino entre zonas geográficas. La concentración, por ejemplo, de personas analfabetas es mucho más amplia en las regiones del noroeste, casi un 40%, sin hablar ya de las diferencias en la educación entre las zonas más rurales y las urbanizadas.
(Los siguientes mapas obtenidos del Atlas del Censo del IBGE, señalan las concentraciones urbana y rural y la densidad poblacional por zonas, mientras el cuadro siguiente a los mapas enfatiza las desigualdades de tipo educativo entre zonas y tipo de población, sea rural o urbana.)


LA LIBERALIZACIÓN DEL MERCADO FINANCIERO EN BRASIL
Al igual que otros sectores de la economía brasileña, el mercado financiero se vio inmerso a lo largo de esta pasada década en un proceso de liberalización, que trajo un cambio amplio en la regulación y la legislación de este sector, especialmente en el aspecto bancario. Asimismo, introdujo un importante cambio en la financiación y en la entrada cada vez mayor de capitales extranjeros, cambiando en gran medida la misma titularidad de los bancos públicos. Hoy en día, el sistema bancario brasileño es el sector que representa la mayor rentabilidad en la economía con una media de 17% frente a una rentabilidad media de 5.6 % de los otros sectores; mas como señalan André Moreira y Julimar da Silva Bichara, en su artículo publicado en el Boletín de Brasil de la Fundación Ortega y Gasset <>[3].
Las características del sistema bancario brasileño responden a una concentración del 77% del los activos en 20 entidades bancarias, de las cuales 5 bancos públicos responden por el 39% del total de activos del segmento bancario. Mas en los últimos años, el sistema financiero ha pasado por grandes transformaciones, el capital extranjero que, a principios de los 90 representaba el 7% de los activos, en el 2001 llegó a representar el 30% del mercado de activos. La mayor parte de los bancos nacionales se privatizaron y los bancos privados tradicionales se incorporaron a varios grupos internacionales o se vendieron. Es decir, el éxito inicial del plan real, la liberalización económica y la actuación del banco central como agente regulador y fiscalizador del sistema permitieron un boom en las inversiones, en las entradas masivas de capital al país y en un aumento de los gastos privados, especialmente en el endeudamiento de las familias.
La consolidación de la banca en Brasil estuvo acompañada de una inserción del capital extranjero, con una elevada participación entre los años 1996 a 1999, mas el sistema financiero brasileño, al igual que la lógica mundial de los activos financieros en el resto de países, señala una tendencia internacional de búsqueda de economía de escala y alcance. Aunque en un primer momento el capital extranjero respondió a un 30% de los activos bancarios, hoy en día representa un 25%. Esta liberalización de igual forma no ha sido suficiente para paliar la escasez financiera del sector productivo, sino que cuestiona la capacidad del sistema para la gestión de créditos con interés competitivo a nivel internacional; además de los spread bancarios que siguen siendo muy altos y minando la eficacia de dicho sector, aunque siga siendo el de mayor rentabilidad en este país.
Lo que señala la paradoja de la dependencia financiera, en las economías de los países latinoamericanos debido a su fragilidad en la formación propia de capital bruto, es que el desequilibrio entre la necesidad de financiación y la capacidad de financiación del sector llevan con frecuencia al establecimiento de una economía casino: con tasa de intereses astronómicos con el objetivo de atraer capitales temerosos y evitar la salida de capitales nacionales.[4]


MERCOSUR: UNA ESTRATEGIA REGIONAL
MERCOSUR, el Mercado Común del Sur, es un bloque económico cuyos principales Estados miembros son Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y, más recientemente, Venezuela. Entre sus propósitos se encuentra el promover el libre intercambio y movimiento de bienes, personas y capitales entre los países que lo integran, y avanzar en una mayor integración política y cultural entre sus países miembros y asociados. Aunque lo último se vea como un objetivo bastante alejado de realidad, ya que la última reunión del MERCOSUR, que se llevó acabo en estos días, dejó claras las grandes diferencias y desencuentros entre los países latinoamericanos; sin hablar ya de las diferentes estrategias económicas llevadas a cabo por Chile y Colombia, con sus respectivos TLC firmados de manera bilateral con los EEUU; lo que pone de manifiesto, no la voluntad de una integración regional suramericana, sino más bien de tipo sectorial.
Las negociaciones para esta unión se llevaron a cabo desde el año 1985 con la declaración de Foz de Iguazú. Luego hubo un conjunto de reuniones a lo largo de esta década y de los 90, hasta que en 1995 entró en vigencia el Protocolo de Ouro Preto, que estableció una arancel externo común entre sus integrantes, con la excepción en los productos del sector automotriz y del azúcar, obviamente gestionadas por sus principales promotores, en este caso Argentina y Brasil. Además de esto, el MERCOSUR ha gestionado y firmados acuerdos con terceros países e inclusive con otras comunidades económicas como el CAN y mantiene un Status de socio con Bolivia (1996), Chile (1996), Perú (2003), Colombia (2004) y Ecuador (2004). Esta organización representó en el 2005 1.8 billones de dólares de exportaciones y 1.6 billones de dólares de importaciones, aportando 1/3 de los intercambios mundiales. Mantiene incluso una especial relación comercial con la Unión Europea, la cual se ha comprometido a bajar las subvenciones de sus bienes primarios, con el fin de tener una relación económica más equitativa.
El MERCOSUR, como proyecto de integración a nivel de América Latina, prevé la incorporación de más Estados que conforman la región. De igual forma, también señala proyectos bastante interesantes como la cooperación en la educación, la búsqueda de una integración del sistema educativo entre Argentina y Brasil (2006) con el objetivo de poder crear en un futuro la propia Universidad MERCOSUR. Asimismo, esta unión pone de manifiesto su carácter social al prever unas negociaciones laborales más inclusivas, en las que no sólo empresas tengan la voz cantante, sino que se crearon unos organismos tripartitos de gestión laboral (La Comisión Sociolaboral, CSL) entre empresarios, gobiernos y sindicatos con verdaderos actos de diálogo. Además, se resolvió la libre residencia y circulación de personas, firmada en el Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Parte del MERCOSUR, Bolivia y Chile (02/12/02), con el cual se constituye un área de libre residencia con derecho a trabajar para todos los ciudadanos, sin otro requisito acreditativo que su nacionalidad y no poseer ningún antecedente penal. Lo que señala una voluntad de integración cada vez mayor.
Los flujos migratorios, desde la perspectiva de la globalización de la economía mundo, son bastante interesantes, en un país como Brasil de más de 186 millones de habitantes y con un capital humano que representa casi un 60% del total de su población. Plantea posibilidades de crecimiento y desarrollo económico bastante considerables, la movilización y la educación de esta posible mano de obra no sólo es algo de la realidad presente sino futura de este país, en la que será de gran importancia una gestión interna de los mismos, la creación de un mercado interno y regional que pueda abastecer las necesidades de dicha población, potenciando a la vez su desarrollo.
Aunque es importante no sólo destacar la creciente movilidad interna y externa de los brasileños, tanto fuera como dentro del país, sin embargo, habría que señalar, sin lugar a dudas, aquellas concentraciones urbanas y tal vez más prosperas de la sociedad brasileña, que mantiene los desequilibrios económicos y sociales, especialmente entre las regiones del suroeste y nordeste del país.
(En los siguientes cuadros obtenidos de los indicadores sociales del IBGE y del atlas del censo del mismo, el primer cuadro es una pirámide poblacional que señala la distribución demográfica en función de las variables de sexo y edad, lo que muestra las posibilidades de capital humano altísimas de Brasil. En el segundo y tercer cuadro, se representa un mapa de Brasil y los distintos tipos de movilidad poblacional tanto interna como muestra en el primer mapa y externa como se muestra en el segundo mapa.)

DESPUÉS DE LA ELECCIÓN DE LULA. CÓMO SE PLANTEA LA GLOBALIZACIÓN EN BRASIL
En los inicios del Plan Real se mantuvo la economía en alza, con los procesos de liberalización que habían triplicado la inversión en el país y todo un conjunto de medidas que tenían como objetivo la creación de una base trabajadora en servicios y manufacturas. Se fueron perfilando hacia mayores inversiones e incentivos para las importaciones que se dirigían solamente al sector de los servicios (las telecomunicaciones, la energía, etc) y cada vez menos a la industria, lo que en sí significaba una merma importante en las exportaciones manufactureras y de bienes primarios, importando aquellos servicios que ven en Brasil un mercado interno bastante interesante. Todo ello, más los desajustes estructurales, la inflación crónica y una deuda externa superior al 55% del PIB, son elementos del contexto en los cuales el presidente Lula da Silva proveniente del PT, el Partido de los Trabajadores, fue elegido por primera vez en el año 2002.
Esta elección trajo consigo expectativas de cambio y de reestructuración social bastante importantes. Un presidente proveniente de las filas de los propios trabajadores asalariados, que mantenía y mantiene, aún hoy, un discurso social más equitativo, gran impulsor del Foro Social Mundial (de Porto alegre), y uno de los promotores de aquel slogan que parecía brindar alguna esperanza aquellas clases sumidas en la pobreza, cuando se decía “que otro mundo es posible”, en esa situación económica tan acusante y con unas desigualdades sociales tan enormes como las señaladas con anterioridad, Lula da Silva se presentó como la alternativa de cambio hacia una globalización e integración económica más equitativa. Lula tenía voz propia y no era el eco proveniente de los vecinos del norte. Es decir , que esta parte de nuestra trabajo tiene como nombre “Brasil una perspectiva hacia la globalización más social” precisamente por todo este movimiento de cambio que se presentó en América Latina, siendo uno de sus principales ponentes el Presidente de la República Federal de Brasil, Lula da Silva.
Mas, como suele ocurrir, la realidad supera por mucho los deseos, el cambio tan esperado no planteó grandes mecanismos de choque contra la pobreza y tampoco fue un modelo alternativo para la economía neoliberal tan seguida en América Latina. Precisamente, señalar los desajustes estructurales del sistema político económico brasileño ayuda a comprender por qué un cambio radical no fue posible. Lula era considerado ante los ojos internacionales como un posible detonante para una mayor desestabilización económica. Su figura no representaba una imagen segura para las inversiones de capital. De aquí se siguen un número de políticas económicas conservadoras, que pretendían mostrar una cara de Brasil más estable y un gobierno social, pero no radical. Todo ello era la venta de una imagen de Lula que pudiese avalar las inversiones internacionales en Brasil. La economía, en un primer momento, aumentó, mas los primeros críticos se hicieron escuchar, la política monetaria se caracterizó por su conservadurismo, los tipos de interés se mantuvieron estables, la inversión en Brasil ya no era vista como un riesgo y, aunque la dinámica fuese en alza, ésta era bastante menos del crecimiento económico esperado. Las inversiones sociales fueron pocas aunque bastante significativas, los programas de “hambre cero” llegaron a un gran número de la población, mas no a todos los que lo necesitaban, al igual que los incentivos para el trabajo de los jóvenes con el “Programa del Primer empleo” y el cambio en la legislación laboral. Además, el conjunto de las subvenciones a los medicamentes, que formaban parte de las medidas que pretendían ensanchar la salud pública, no fueron suficientes. La cobertura necesaria superó en mucho la adquirida.
“Por lo tanto, se observa que el gobierno de Lula optó por una estrategia económica muy cautelosa en la conducción de la política macroeconómica, para evitar el nacimiento de cualquier tensión inflacionista, aunque sea a un coste político dentro del propio Partido de los Trabajadores.”[5] Lo que le ha significado al Presidente Brasileño una menor concentración del voto en la reelección del 2006 y una menor legitimidad y apoyo popular. Sin embargo, las expectativas siguen vivas y parecen vislumbrar causas más efectivas para paliar la problemática y la desigualdad socio-económica de Brasil. Aunque como bien dice J. Saramago Lula llegó al gobierno mas no al poder. También cabe citar a Eduardo Galeano cuando dice Que aunque las utopías son inalcanzables, éstas nos sirven para caminar .
[1] Boletín Brasil, Centro de Estudios Brasileños Ortega y Gasset; Noviembre y Diciembre 2005. Volumen 2. Número 6.
[2] Ibíd.
[3] Boletín Brasil, Centro de Estudios Brasileños Ortega y Gasset, Julio-Agosto 2004, Volumen 1, Número 3.
[4] ¿Nuevas Paradojas de la Liberalización en América Latina?, Pierre Salama, Revista de Comercio Exterior. Vol. 52, número 9. Septiembre de 2002.
[5] Boletín Brasil, Centro de Estudios Brasileños Ortega y Gasset, Volumen1. Número 6, Noviembre-Diciembre 2004.

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